domingo, 19 de febrero de 2012

Por fin: Nápoles (primera parte)

A estas alturas, os estaréis preguntando "Pero si no haces nada mas que hablar de Roma! ¿Tu Erasmus no era a Nápoles?" y es cierto, hasta ahora no os he hablado de Nápoles, y es de lo que voy a hablar en este post. Si me preguntaran cómo se puede definir Nápoles en una frase, contestaría sin duda alguna: "Nápoles es la ciudad de las apariencias." Me explico: la primera impresión de Nápoles es de una ciudad fea, sucia, ruinosa, insegura, donde la gente tiene rasgos agitanados, la basura campa a sus anchas por la calle, bulliciosa, etc. Y a esta ciudad el refrán de "No se juzga un libro por su portada" le viene como un guante. Si su aspecto demacrado no te echa hacia atrás, es cuestión de mirar la ciudad con otros ojos, y te das cuenta que no es que sea fea, sino que es diferente, peculiar. No son adjetivos baratos para contentarse, en realidad es cierto: Nápoles tiene una personalidad diferente. Es una ciudad con un carácter especial. Parece una mezcla de Próximo Oriente (porque me recuerda constantemente a las calles de Istanbul) con Occidente, dándole un toque de pasado. Es una ciudad fijada en el tiempo, lo cual permite vivir una experiencia única sin salirse del ámbito europeo. 

Para mi es la ciudad del eterno mercado: las tiendas del casco histórico son diminutas, por lo que los tenderos se ven obligados a sacar sus productos a la calle, y cuando te paseas por sus estrechas calles pisando esos adoquines ENORMES y mal colocados, tienes que tener cuidado de no tirar ningún puesto de algún tendero. Eso sí, una persona escrupulosa e higiénica se moriría de asco en esta ciudad, ya que aunque yo haga la vista gorda, es cierto que las condiciones de salubridad (repito: estoy hablando desde el punto de vista español, y lo que yo he visto y conocido) son mínimas, rozando lo ausente. Mis compañeras de piso, que son de por aquí, dicen que cuanto más sucio y grasiento sea el local o el puesto, más buena está la comida... Ya se han hecho a la idea. Hasta los puestos de pescadería están en la calle. El problema no es que el pescado no sea fresco (cosa imposible en una ciudad costera!) sino que por delante de los puestos de comida pasan coches y motos sin miramiento alguno. Aunque lo cierto es que, una amiga mía me hizo una reflexión en la que no había caído, y es que en España, los jamones colgaban en las tiendas y en los bares, incluso cuando aún se podía fumar... 


Porque Nápoles es tráfico, mucho tráfico, y sobre todo los motorini, es decir, las motos. Y por moto se entienden los scooter chicharrinosos, que te rompen los timpanos y te pasan a dos centímetros de ti. Cuando se trata del tráfico, hay que tener mil ojos, porque ellos se paran si te ven decididos a pasar: si dudas, ya te puedes tirar la vida esperando en un paso de peatones, o en cualquier cruce, que no vas a pasar nunca! Y lo más chocante no es esto, no: lo más chocante es que lo raro es ver una moto en la que van uno o dos! En la mayoría van 3, 4 y hasta 5 en una moto. La familia completa, con los niños incluidos, encima de la moto... no me preguntéis cómo, pero el campeón del mundo de Tetris tuvo que ser un napolitano.


3 comentarios:

  1. ANTES DE NADA, SOY LOLI COMPAÑERA TUYA EN LA BATALLA DE VILAR, EN LA CUAL GANAMOS LA GUERRA. QUERIA DECIRTE, AUN A RIESGO DE PARECER DEMASIADO PUEBLERINA (LO CUAL SOY), QUE CUANDO HAS HABLADO DE LAS MOTOS Y LOS PASAJEROS ME HAN RECORDADO A VIEJOS RECUERDOS DE LAS CALLES DE LA PUEBLA Y SOBRE TODO A MI INFANCIA EN LA CUAL ERAMOS TRES EN LA MOTO. QUE NO TE SORPRENDAN COSAS DE ESTE TIPO, EN ESPAÑA TAMBIEN ESTAN!!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Loli, te aseguro que esto es totalmente un mundo diferente!! De verdad!!! Parece parecido, pero es que es una cosa aparte!!^^

      Eliminar
    2. ME VAS A TENER QUE INVITAR PARA COMPROBARLO POR MI MISMA.
      RECUERDA QUE ME TIENES QUE ESCRIBIR ALGO DE MI TEMILLA, YA SABES CUAL ES. ENGA

      Eliminar